miércoles, febrero 14, 2007

Comer para vivir o vivir para comer

Han pasado ya unos meses desde que pensé en esto por primera vez, y hoy decidí compartirlo pues me parece que no soy el único que piensa algo similar y que muchos de ustedes al leerlo, si no se habían percatado, probablemente lo analisen y vean que así es. Respecto al deseo de comer, no me refiero a esos antojitos de garnachas en la noche de los fines de semana, sino me refiero al hecho de desear alimentarnos las veces suficientes en el día para continuar nuestras actividades. Así es, me refiero a esas (en los casos más comunes) tres comidas diarias, denominadas desayuno, comida y cena, las cuales nos llenan de lindos y efectivos carbohidratos, proteinas y otras muchas cosillas más que no me interesa nombrar aquí.

Se han puesto a pensar qué involucra el tomar esta decisión diaria de alimentarnos, o por el otro lado, esos momentos de depresión que nos hacen perder el apetito (tal vez los psicólogos sí, pero a eso se dedican, en cambio para mi, tiene poco tiempo que lo reflexioné, remarcando la notable diferencia entre reflexionar y pensar). Al comenzar a reflexionar al respecto me di cuenta de que nuestro interés en la vida, en seguir adelante incluso cuando no tenemos una meta definida en cierto momento de nuestras vidas, se ve reflejado en esta actividad tan común (y en muchas otras, no quiero decir que sea la única) de una manera fácilmente percatada por nosotros mismos e incluso por aquellos que nos rodean.

Como ya sabemos, nuestro estado de ánimo (influido por experiencias, recientes y no tan recientes, y otros factores de nuestro medio) cambia constantemente, no es una parte permanente de nuestro ser y se aprecia en el hecho de comer: el hecho de tomar la decisión de querer llevar alimento a nuestro cuerpo, aún cuando es una decisión muy habitual y casi inconsciente pues se vuelve más una costumbre; es esta acción un claro reflejo del deseo de seguir adelante pues sabemos que necesitamos alimentarnos para vivir, pero a su vez, los momentos de inseguridad, depresión y otros estados de ánimo, cuando en verdad alcanzan niveles altos, hacen que la persona afectada por ellos no desee más el seguir adelante, se sienta mal y quiera dejar todo atrás y esto se refleja con un temporal deseo de "desaparecer" o "morir" siendo una muestra obvia la pérdida del apetito.

No quiero decir que la persona desee morir de hambre, sólo me refiero a la pérdida de interés en la vida (aunque sea por unas horas en aquellas depresiones temporales y muy breves) reflejada inconscientemente en dejar de hacer las actividades que nos mantienen vivos y si se dejan de hacer a largo plazo cusan la muerte (tales como comer, pues es claro que la depresión no causa dejar de respirar, aunque sí, existen casos de ansiedad o shock que pueden repercutir suprimiendo actividades vitales inmediatas como la respiración). Con esto sólo quiero lograr mi, ya mencionada otras veces, intención de que quienes pasen por aquí piensen y consideren (no quiero convencerlos, sólo ofrecer otras alternativas) lo que les digo (y en este caso específico valoren el significado de comer y de todas las demás actividades de rutina diaria y les sugiero: háganlas de forma más consciente, disfrutaran más la vida si hacen las cosas con gusto y no por obligacióo) y también lo que no les digo yo, sino cualquiera, piénsenlo y no se lo crean tal cual, cuestionen todo aunque sea sólo en su interior, después tomen una decisión, pero aún así mantengan la mente abierta a otras alternativas y estén dispuestos a cambiar de opinión.

1 comentario:

Violet dijo...

jeje Con razón eres anorexico jajaja no te creas... Por cierto, tienes razón a mi se me quito el hambre estando deprimida, de hecho comer me daba asco, casi vomito, (y no no es bulimia jajaja)...